Pahlivân

Pahlivân

“Su cuerpo férreo, estampa indómita

y musculatura maciza eran el emblema

del vigor de su fe, de la misma manera

que sus ejercicios deportivos eran la expresión

de vivencias y formas espirituales profundas”.

Juan Goytisolo ('Los Atletas de 'Alî')

PAHLIVĀN

PAHLIVĀN. Del persa pahlivān: caballero, héroe, luchador / Practicante de zūrjāne ('casa de fuerza' en persa), antiguo arte marcial persa / En turco, pehlivan. Practicante de yağlı güreş, lucha tradicional turca / Blog sobre deporte y tradición, dirigido y fundado por Halil Bárcena, doctor en filología árabe, escritor y director del Institut d’Estudis Sufís de Barcelona (Catalunya), el mes de marzo de 2014. Información: sufismo786@yahoo.es

viernes, 4 de abril de 2014

Rugby, escuela de vida

Rugby, una escuela de vida

"El rugby es, en si mismo, una rareza, un ejercicio que ha sido capaz de llegar, partiendo de los más elementales y primitivos instintos humanos, a una concepción excepcionalmente civilizada de la agresividad. Una mezcla explosiva que ha conseguido generar una delicada química deportiva en la que el respeto al adversario, la lealtad en el juego y la educación han sido suficientes para superar las, aparentemente, inaccesibles dificultades que presenta un deporte en el que el contacto físico y la confrontación pura y dura con el contrincante constituyen buena parte de su razón de ser. Se ha tratado de un largo y complicado proceso en el que, por encima de una estética que puede confundir a un espectador poco avisado con la brutalidad, la inteligencia se ha revelado como el factor básico e imprescindible para comprender las razones por las que la empresa ha llegado a buen puerto. Uno de los grandes estudiosos del rugby, el periodista francés de origen vasco Henry Garcia, escribió en 1963: "El rugby es una maravillosa escuela de la vida. Entre la virilidad y la violencia, entre la lealtad y la felonía, no hay más fronteras que la intención y puede franquearse en una fracción de segundo. Aquí el hombre aislado no es nada, interesa la personalidad del equipo. El campeón más grande no podrá cambiar por sí solo el curso del destino. La audaz iniciativa individual es a menudo una falta".


La aparente sencillez del rugby esconde un alma delicada. Bajo la fachada de un deporte sumamente elemental, basado en un mínimo de reglas y en la que, para el profano, todo vale, se esconde un sofisticado juego de relaciones humanas y de estudiadas tácticas. Poner de acuerdo a quince tipos para conciliar intereses, aficiones y querencias, y que consigan entregarse todos ellos, del primero al último, al servicio de una causa cuyo Santo Grial no es aparentemente otra cosa que un balón con aspecto de melón, no resulta tarea fácil para ningún educador. La socialización para conducir el proceso a buen término implica no pocas renuncias y pequeños sacrificios personales. Quizá por ello, la práctica totalidad de grandes jugadores de este deporte no se han definido por poseer una gran fuerza física o por ser muy violentos, sino por un valor muy diferente: el carácter solidario".

[Albert Turró, El tercer tiempo. Todo lo que hay que aprender de rugby mientras se beben unas cervezas, Saga Editorial, Barcelona, 2010, pp. 19-20].  

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