Las enseñanzas del acero
"El acero me enseñó muchas
cosas diferentes. Me dio un tipo de conocimiento absolutamente nuevo, un
conocimiento que ni los libros ni la experiencia mundana pueden impartir.
Descubrí que los músculos eran fuerza además de forma, y que cada sistema de
músculos era sutilmente responsable de la dirección en que esa fuerza se
ejercía, casi como si fueran rayos de luz que tomaran una apariencia de carne.
Nada podría haber armonizado
mejor con la definición de obra de arte que yo acariciaba desde hacía tiempo
que este concepto de la forma envolviendo a la fuerza, sumado a la idea de que
una obra debía ser orgánica e irradiar luz en todas direcciones. Los músculos
que yo creé así eran a la vez mera existencia y obra de arte (...)".
[Yukio Mishima, El sol y el acero, Alianza Editorial,
Madrid, 2010, pp. 33-34].
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